
Controlar a las Multinacionales

1. El siglo del individualismo: Máquinas de felicidad
4. El siglo del individualismo: Ocho personas catando vino
Bernays nunca creyó que una democracia de verdad pudiera funcionar. Estuvo muy influenciado por las teorías de su tío sobre la naturaleza humana. Freud creía que los individuos no se guiaban por pensamientos racionales, sino por deseos y sensaciones primitivas e inconscientes. Y Bernays pensaba que esto era demasiado peligroso como para dejar que las masas controlasen sus propias vidas. Y el consumismo era una forma de darle a la gente una ilusión de control, mientras se permitía a las élites responsables continuar manejando la sociedad.
Exigir a los individuos que actúen más allá de sus propios intereses retaría la actual visión freudiana de los seres humanos, como individuos guiados por instintos egoístas. Un concepto del ser humano que había sido fomentado por el mercado porque generaba consumidores ideales. Aunque pensamos que somos libres, en realidad nosotros, al igual que los políticos, nos hemos convertido en esclavos de nuestros deseos. Se nos ha olvidado que podemos ser más que eso. Hay otras caras de la naturaleza humana.
"Aquí tenemos dos versiones de la naturaleza humana, y de la democracia. Tenemos la visión de que la gente es irracional como un puñado de emociones inconscientes, que proviene directamente de Freud. Y el mercado puede responder fácilmente a eso por eso han perfeccionado sus herramientas, de eso trata el marketing; cuáles son los símbolos, las imágenes, la música, las palabras, que apelan a esas sensaciones inconscientes. La política debe ser algo más que eso. La política y el liderazgo, consisten en hacer que el público se implique en discusiones y deliberaciones racionales sobre qué es lo mejor. Y tratar a la gente respetando sus capacidades racionales para decidir qué es lo mejor. Si no es así, si es algo freudiano… si se trata de apelar a sensaciones inconscientes a las que el mercado apela entonces, ¿por qué no dejárselo al mercado? El mercado puede hacerlo mejor, sabe cómo hacerlo, al fin y al cabo los negocios se dedican a eso, responden a esas sensaciones".
Estrategias del poder capitalista

Analicemos el ejemplo petroleo contra energia nuclear. La élite capitalista quiere reducir todos los tipos de energias existentes al petroleo el cual tienen monopolizado y eliminar la energia nuclear porque es el camino de la independéncia energética.Fuera de este dualismo se deja la energia mas importante la radiacion cero punto, energia cósmica o Vril que se mantiene completamente oculta por el poder capitalista, la independencia energética supone el fin del Imperio Capitalista.Siempre que se hable de energia infinita, Vril o radiación cero punto los curacientíficos capitalistas ignoran toda la información, la desacreditan como pseudo ciéncia, compran a los inventores y si no funciona nada de esto los asesinan empleando asesinos a sueldo o presos a los que les prometen la libertad.
El siglo del individualismo
Enseñó a las corporaciones americanas cómo podían hacer para que la gente quisiera cosas que no necesitaban, conectando los productos de fabricación masiva con sus deseos inconscientes. Satisfaciendo esos deseos primarios ocultos, la gente se vuelve “feliz” y dócil. Era el comienzo de la era del consumismo.
Parte 1: Máquinas de felicidad
Mediante el psicoanálisis, utilizando la interpretación de sueños y libres asociaciones de ideas, se percató de poderosas fuerzas sexuales y agresivas enterradas en el ser humano. Se dio cuenta de que existia una represión de una parte del contenido emocional que era desterrado a una existencia “inconsciente”.
Era la época de la primera guerra mundial. Bernays trabajaba como agente de prensa en América y su mayor cliente era el cantante de ópera Caruso.
EEUU anunció que iba a participar en la contienda contra Alemania y Austria. Como parte del operativo de guerra, el gobierno norte-americano anunció la creación de una comisión pública de información. Barneys fue contratado para promover las actividades bélicas de EEUU en la prensa.
El presidente Woodrow Wilson quiso extender la idea de que EEUU no luchaba por extender su imperio sino para extender la democracia en el mundo. Wilson demostró ser muy talentoso en su trabajo y fue invitado a la “Conferencia de paz de París” dónde el eslogan era hacer el mundo más “seguro” y “demócrata”. Gracias a la propaganda, Wilson se convirtió en un “libertador” aclamado por las masas, por lo que Barneys se preguntó si tal manipulación podría llevarse a cabo en época de paz.
El término “propaganda” estaba muy mal visto por su uso en Alemania, por lo que Bernays decidió crear un término nuevo: “Relaciones públicas”. Al volver a Nueva York fundó una oficina de “relaciones públicas” en Broadway.
América del norte se había vuelto una nación industrial, con millones de personas viviendo en las ciudades. Bernays quería encontrar la manera de manejar a esas multitudes. Para ellos volvió a los escritos de su tio, con el que aun estaba en contacto. Leyó la obra “Psicoanálisis” y quedó fascinado por el relato de las fuerzas internas que dominan a las masas. Su enfoque no era que “con la información dirige a las masas” si no “con las emociones se dirige a las masas”. (no está claro si es simplemente las emociones)
Bernays comenzó sus experimentos con las clases altas. El presidente de una tabacalera, George Hill, lo contrató para que incrementara las ventas de tabaco. Una manera hacerlo era conseguir que las mujeres fumaran, cosa que no hacían y que estaba mal visto.
Bernays preguntó a un psicoanalista y llegó a la conclusión de que el cigarro era un símbolo fálico cargado de poder sexual masculino. Entonces dedujo que las mujeres fumarían para poder tener su propio pene.
Cada año, Nueva York tiene su cabalgata de Pascua a la que acuden miles de personas. Eduard Bernays había persuadido a un grupo de mujeres de la alta sociedad para que, en un momento determinado encendieran un cigarrillo. Por otro lado avisó a los medios de que un grupo de mujeres aprovecharían la cabalgata para reclamar sus derechos encendiendo sus “antorchas de la libertad”.
Aun siendo un acto muy polémico, el hecho de apelar a la libertad (estandarte del ideario americano) supuso que la noticia se expandiese por todo el país y alrededor del mundo. Pronto la venta de cigarrillos a mujeres se disparó. Lo que Bernays consiguió es que las mujeres, al fumar, se sintieran más "libres", "independientes" y "poderosas", ideas que persisten aun hoy en día.
Consiguió convencer a alguien de hacer algo, ligando los productos a sus deseos irracionales. “No necesitas algo, pero te vas a sentir mejor si lo compras”.
Lo que Bernays hacia fascinaba a las corporaciones americanas. El sistema de fabricación masiva funcionaba plenamente ofreciendo millares de productos diferentes. Pero las corporaciones tenían miedo de los excedentes de producción, lo cual ocurriría si la gente comprase solo lo necesario. Había que convencer a la gente de que tenían que comprar y seguir comprando aquellos productos.
Un banquero, Paul Mazer, de Lehman brothers, sabía lo que había que hacer. Había que elevar América de un nivel de necesidad al de deseo. La gente debe ser entrenada para desear nuevas cosas incluso antes de que las viejas se estropeen.
Antes de eso, solo los empresarios podían comprar cosas que no necesitaban, los obreros no. Mazer rompió con eso: lo que importa es comprar cosas que no necesitas, pero que "quieres".
Bernays se ocupó de hacerlo realidad.
Al comienzo de los años 20, los bancos de Nueva York comenzaron a financiar la creación de cadenas de grandes almacenes por toda América. Iban a ser los escaparates de los nuevos productos de consumo. El trabajo de Bernays era el de crear un nuevo tipo de cliente. Comenzó a crear muchas de las técnicas de persuasión de consumo masivas que aun existen hoy en día.
Bernays también fue el primero que convenció a los fabricantes de coches de que los vendiesen como símbolos de masculinidad. Pagaba a psicólogos para que publicaran informes afirmando que ciertos productos eran “buenos para ti”, y después simular que eran informes independientes.
Fue contratado por William Randolph Hearsth para promocionar sus revistas glamurosas de mujeres. Lo que hizo fue colocar artículos y anuncios que vinculaban los productos a estrellas del cine como Clara Bow. También organizaba desfiles de ropa en los grandes almacenes donde se promovía la frase: “No compras cosas por necesidad, si no para expresarte a ti misma”. Con esa sutileza se persuadía, al igual que se hace ahora, a que compremos los productos que nos harán ser especiales, diferentes, que nos harán sobresalir por encima de los demás.
La sociedad de consumo propició el auge de la bolsa, y Bernays convenció al ciudadano medio para que comprase acciones de los bancos, que él mismo representaba.
En 1924 el presidente Coolidge necesitaba cambiar su imagen de tipo aburrido y taciturno, por lo que Barneys utilizó sus ideas de nuevo. Llamó a 34 personas famosas para que se reunieran con él ante los medios de comunicación y así promover su parte más social.
Freud estaba pasando por un terrible momento económico en Viena, por lo que pidió ayuda a su sobrino. Este le propuso publicar su obra en EEUU a lo que Freud accedió. Bernays consiguió que las ideas de su tío fueran siendo aceptadas y, ¿cómo no?, rentables.
En esa época, Freud comenzó a escribir sobre los comportamientos grupales, sobre lo fácilmente que pueden los instintos de la gente ser manipulados cuando se encuentran en grupos. Los intelectuales y la prensa americana comenzó a sentirse fascinada por Freud. La posibilidad del emerger de fuerzas ocultas y violentas en el ser humano parecía hacer peligrar la idea de democracia. El escritor político lider de aquel momento, Walter Lipman, escribió que “si de verdad los seres humanos se guían por instintos irracionales, entonces es necesario repensar la democracia”. Lo que se necesitaba era una nueva élite que se ocupara del “rebaño despistado”. Esto se haría a través de medidas que controlarían los instintos incontrolables de las masas.
Entonces comenzó a enfocarse la psicología como un medio para entender los mecanismos y deseos inconscientes de las masas con el objetivo de controlarlos. Control Social.
Bernays vió en esto la posibilidad de promocionarse a si mismo y señaló que él había creado las técnicas que Lipman demandaba. Como ya vimos, había conseguido vender productos asociándolos a los deseos e instintos de la gente. Esto es algo que él denominó: “La ingeniería del consentimiento”.
Existía la idea de que la gente no estaba capacitada para tomar la decisión correcta en determinados menesteres. En política, por ejemplo, no sabrían cómo escoger al candidato apropiado, por lo que tendrían que ser guiados.
En 1928, Hoover llegó a la casa blanca habiendo asumido que el consumo sería el motor principal de EEUU. El presidente dijo a su equipo de relaciones públicas: “Tenéis la labor de crear el deseo y transformar a la gente en máquinas de felicidad en constante movimiento. Máquinas que deberían ser la clave para el progreso económico”.
Lo que emergió en los años 20 fue una nueva manera de encauzar la democrácia de masas. Su clave consistía en la satisfacción del yo, que no sólo hacia que funcionara la economía, sino también un aparente bienestar con la consecuente docilidad del individuo. Sistema onanista.
“El concepto de Bernays y Lipman de manejar a las masas contaminó la democracia y la convirtió en un paliativo: Dar a la gente un medicamento para que se sientan bien y que pueda responder a un dolor inmediato sin alterar las condiciones objetivas que lo crean. Originalmente, la democracia pretendía acabar con las relaciones de poder. Pero lo que Bernays propuso fue mantener esas relaciones incluso hasta el punto de estimular las vidas psicológicas del público en su propia mente cuando era necesario. Si puedes seguir estimulando el “parte irracional”, la élite puede seguir haciendo lo que quiere hacer.”
Stuart Ewen (Historiador de las Relaciones públicas)
Bernays se convirtió en una de las figuras centrales de la élite de los años 20. Se hizo tremendamente rico a costa de la masa de gente que, según él, eran estúpidos.
Algo pasó fuera de su control: el 29 de octubre del año 1929, el mercado colapsó. De golpe los consumidores dejaron de comprar cosas que no necesitaban. La crisis se extendió también por Europa y Freud se retiró en su casa de los Alpes. Allí escribió un libro llamado: “La civilización y su descontento” dónde criticaba la idea de que la civilización sea una expresión del progreso humano. En lugar de eso, decía, la civilización se construía para controlar a las fuerzas irracionales del ser humano. Lo que estaba implícito en su argumento era la idea de que la libertad del ser humano, que es la base de la democracia, es imposible.
En aquel ambiente pesimista crecieron políticos como Hitler, que creían que la democracia era nefasta y peligrosa, ya que liberaba el egoismo del individuo. El partido nazi ganó las elecciones el 1933 con la promesa de acabar con los problemas creados por la democracia.
Se nacionalizaron las empresas y también el tiempo de ocio del obrero bajo el lema: “Servicio, no egoismo”. Pero los nazis no veían en esto un retorno a una forma autocrática de control: era una nueva alternativa a la democracia en la que los deseos y sentimientos de las masas todavía eran centrales. Pero serían canalizados de tal manera que mantendría a la nación “unida”.
El jefe de esto seria Josef Goebels, ministro de propaganda.
“Puede que sea una buena idea, sostener el poder mediante las pistolas, pero es mejor si ganas el corazón de la nación y tener su afecto”.
Josef Goebels
Goebels organizó grandes manifestaciones que tenían como fin llegar a las masas para unificarlas en un mismo pensamiento, sentimiento y deseo. Uno de sus inspiradores, según contaba a los periodistas americanos, había sido el sobrino de freud, Eduard Bernays.
En su obra, Freud hablaba de cómo los “miedos irracionales” pueden hacer crecer en los grupos, en las masas, las profundas y libidinosas del deseo, que se entregaran al líder para liberar esa agresividad fuera del grupo. Freud escribió una adverténcia: que los nazis estaban promoviendo estas fuerzas intencionadamente porqué pensaban que podrían dominar y controlar a las masas. Y así fue.
En América la democrácia también estaba bajo amenaza a causa de las masas enfadadas a causa de los efectos del crack bursátil. Los ciudadanos cargaron contra las corporaciones, a las que culpaban de la situación. Entonces, en 1932, fue escogido un nuevo presidente que también iva a utilizar el poder del estado para controlar el libre mercado.
Pero su idea no era destruir la democracia sino fortalecerla, y para hacerlo iba a inventar una nueva manera de tratar a las masas. Roosvelt reunió a un grupo de tecnócratas y planificadores en Washington. Su trabajo era planificar y llevar a cabo gigantescos proyectos industriales “para el bien de la nación”: el “New Deal” (Nuevo trato).
Roosvelt estaba convencido de que el crack había demostrado que el mercado libre moderno no podía manejar una economía industrializada. Ese era un trabajo del gobierno. Las grandes corporaciones estaban horrorizadas, pero el “New deal” atrajo la atención y admiración de los nazis, especialmente de Josef Goebels.
Aunque Roosvelt y los Nazis estaban tratando de crear un sistema alternativo, Roosvelt si creía que los ciudadanos debían tener un papel en el gobierno. Pensaba que sí se le podía explicar la política al ciudadano medio y tener en cuenta sus opiniones. Para hacer esto, tendría el apoyo de un científico social americano, llamado George Gallup. Gallup y el analista, Elmo Roper, se encargaban de realizar encuestas de opinión a la sociedad americana. Ellos no estaban de acuerdo con Bernays en que las gentes estubieran controladas por fuerzas inconscientes, y que, por lo tanto, debían ser controladas.
En 1936 Roosvelt se presentó a la reelección y prometió un mayor control de las corporaciones. Finalmente ganó las elecciones y las corporaciones planearon una respuesta contundente para “reconquistar” América. En el centro de la batalla estaría Edward Bernays y la profesión que el inventó: las Relaciones Públicas.
“La gente de negocios comenzó a juntarse y a tener discusiones en privado sobre la necesidad de crear una guerra ideológica contra el “new deal” y conectar la idea de democracia con la del negocio privado. Así que bajo el paraguas de una organización, que todavía hoy existe, llamada la asociación nacional de fabricantes, y que incluye a todas las grandes corporaciones de los EEUU se lanzó una campaña especialmente diseñada para crear un apego emocional entre el ciudadano y los negocios privados. Son las técnicas de Bernays usadas a una escala masiva, sin duda.”
Stuart Ewen (Historiador de las Relaciones públicas)
La campaña lanzaba la idea, de manera radical, de que habían sido los empresarios con sus negocios, y no los políticos los que habían creado la América moderna. Una y otra vez se repetia la misma idea: Progreso.
Bernays era ahora agente de General Motors, pero no estaba solo. La industria había contratado a miles de relaciones públicas para organizar una campaña gigantesca. No solo pagaron anuncios en los grandes periódicos si no que influyeron en sus editoriales para difundir sus mensajes.
Se convirtió en una batalla cruenta. En respuesta a estos editoriales, la Casa Blanca pagó documentales en los que denunciaba la manipulación de la prensa por los capitalistas. Poco pudo hacer cuando, en 1939, Nueva York fue anfitrión de la Expo Mundial y Barneys fue nombrado consejero especial. Él insistió en que el tema central sería la conexión entre la democracia y los negocios. Quiso instaurar la idea de que no existiría una democracia real sin capitalismo ni libre mercado.
Coches, cine en casa, teléfonos, etc. El capitalismo podía dar a la gente todas aquellas maravillas, por lo que había que dar libertad a las corporaciones. La Expo fue un éxito, por qué captó la imaginación del pueblo americano. La visión que mostró era una nueva forma de democracia en la que los negocios responden los deseos íntimos de la gente, de una forma en que los políticos nunca pueden lograr. Pero era una nueva forma de democracia que no trata a la gente como ciudadanos activos, si no como consumidores pasivos. Esta, según Bernays, es la clave del control sobre las masas en una democracia.
“No es que la gente estuviera al mando, si no sus deseos. La gente no manda, la gente no participa en la toma de decisiones. Por lo tanto la democracia se reduce de la ciudadanía activa a la autocomplacencia del consumidor pasivo dirigido por instintos inconscientes y deseos. Si puedes acceder a esos deseos, conseguirás lo que quieras de ellos.”
Stuart Ewen (Historiador de las Relaciones públicas)
Pero estas dos visiones del ser humano, racional e irracional, iba a verse afectadas por los eventos en Europa. Tras la 2ª Guerra mundial, quedó claro para los dirigentes que existían fuerzas en los seres humanos que “debían ser controladas”.
Extraido del documental “The century of the self: Happiness Machines”
Por Adam Curtis (BBC)
El consumo de la felicidad

Sin embargo, se hace difícil establecer lo que se llama necesario. En nuestra forma de vida contemporánea suele aparecer lo que podemos llamar un más allá de las necesidades biológicas, entendidas como exigencias de la vida orgánica para la supervivencia. Desde ahí se pueden abrir muchas preguntas: es necesaria una vivienda pero quizá no sea necesario poseer una gran mansión, es necesario un medio de transporte pero es posible que no sea necesario un coche de alta gama, es necesario alimentarse pero probablemente no sea necesaria la nueva cocina de Ferran Adriá para satisfacer el hambre… Es decir, la necesidad en el ser humano, en el ser que habla, tiene un más allá, algo que no es exactamente lo natural de la necesidad.
El león acecha la presa cuando la necesidad le apremia, salta sobre ella y la devora y luego dormita hasta volver a sentir hambre. En la época de celo se aparea y luego espera hasta que el ciclo se repita. Lo que nadie ha visto, de momento, es a un león haciéndose la permanente de la vedeja. Eso está reservado para el ser humano, el que siempre dice quiero más o me falta algo y me falta no señala la necesidad biológica, instintiva; me falta algo, en el ser humano, está referido a un algo que en la historia del sujeto quedó irremediablemente perdido y por eso, lo que falta, no siempre se puede explicar: pura demanda, no de algo concreto, material, sino sólo demanda insatisfecha.
Mercaderes de felicidad
Los mercachifles, que afilando sus uñas con la nueva cultura del consumismo, ya desde de principios del siglo XX, hipotecan el pensamiento, controlan el poder y abren un horizonte de empobrecimiento y colapso para el futuro de la vida. Con técnicas de persuasión en la ingeniería del consentimiento entrenan para que se deseen nuevas cosas antes que las viejas se estropeen, crean una nueva mentalidad en la que el deseo debe superar a las necesidades y la oferta de objetos del mercado debe visualizar los valores y deseos de lo que se lleva dentro. Por tanto, no se compra por necesidad sino para expresar a través de un objeto lo que se lleva dentro y por consiguiente ya no se es lo que se es sino lo que se tiene.
Felices máquinas
Un año antes del crac del 29 el presidente Hoover se dirigía así a los empresarios norteamericanos: "Tenéis la labor de crear el deseo y transformar a la gente en máquinas de felicidad en constante movimiento". O lo que es lo mismo: individuos en constante insatisfacción, en constante consumo en pro de los mercaderes y sus beneficios y especialmente en pro de una nueva democracia cuya clave es el consumismo.
Una democracia que aparca su esencia (cambiar las relaciones de poder) y se vincula estrechamente al capitalismo consumista, sin el cual parece que no podría ser verdadera, hasta llegar a configurar un capitalismo popular y de masas que hace impensable otra forma de vida que no sea la que se sustenta en el binomio producción / consumo.
Incluso se han creado potentes herramientas para introducir en esta espiral capitalista de consumismo a las corrientes que reivindicaron, y también lo hacen hoy, el no dejarse llevar, ser uno mismo, dividiendo la sociedad no por clases sociales sino por diferentes deseos, valores y estilos de vida que caracterizan al nuevo individuo de la modernidad.
La rápida transformación de los medios de producción permite ofrecer diferentes productos bien seleccionados y dirigidos casi individualmente a todas las gamas de estilos y valores de personas y colectividades. Muy dulcemente, entre satisfacciones inmediatas y nuevos deseos, se van transformando y moldeando los proyectos personales y colectivos hasta llegar a la igualdad entre los objetos de mercado y el ser y sentirse alguien. Y en este nuevo orden, en donde se promociona desde el marketing comercial que ser uno mismo, ser lo que se quiere ser, pensar en sí mismo no es egoísta, sino una posibilidad y un derecho que nos brinda la democracia y la diversidad de oportunidades, productos y servicios del mercado.
¡Qué suerte tenemos en tener de todo y para todos los gustos y estilos!, los avances informáticos y energéticos, los equipos de comunicación y transporte, la energía limpia, el comercio verde, los planes renove… y vertederos o incineradoras para lo que se queda viejo e inservible, ¡qué suerte!
Apolíticamente felices
Y así, absorbidos por esta espiral programada y perversa, aparece irremediablemente el apoliticismo, la enajenación y la desmovilización social, la masa acrítica que aun saturada de información siente un lastre que la ata a la inactividad y a eso tan viejo que se llamó alienación, también para la tradicional y luchadora clase obrera que deja de ser útil en cuanto fuerza productiva para ser necesaria exclusivamente como fuerza de consumo.
Está clara la razón de por qué las cosas son como son, por qué la crisis, por qué la enajenación individualista, el deterioro medioambiental, la insolidaridad intergeneracional… No responden a un fatalismo de la historia por un desgaste natural sino a las ansias de poder y de ganancia de los mercaderes de turno, caiga quien caiga y pese a quien pese, sean seres humanos presentes o futuros, sean el río, el bosque, el aire o la tierra.
Y en esta encerrona cultural del consumismo casi se ha perdido el simple sentido de la generosidad (entendida como reacción básica y primaria frente a la injusticia y la pobreza) o cuando se da hasta genera desconfianza ¿por qué lo hace? ¿qué segundas intenciones tiene?...
De nada o de muy poco sirven las evidencias que nos presentan el deterioro del planeta, el agotamiento de los recursos, la contaminación… y mucho menos el que entre nosotros y en otros puntos del planeta hay seres humanos (mayoritarios, por cierto, respecto de la población mundial) que sufren las más absolutas carencias o que mueren de enfermedades simples y fáciles de curar.
Una encerrona cultural impuesta a golpe de diseño, relaciones públicas y programas que mutila las dimensiones humanas básicas (pertenencia a la naturaleza, unidad de la comunidad humana y la dimensión divina para las religiones o unidad y totalidad para las sabidurías sin dios) y nos embarca en una deriva que no es precisamente el viaje a Itaca.
Por más que se vista de necesidad, de no tener otro modelo, de irremediable o lo menos malo… este sistema social y económico que tanta felicidad y comodidad parece aportar, que tanto tiempo dice ahorrarnos, que tanto protege nuestros derechos como consumidores… va contra la lógica de la vida, de la libertad, de la democracia y de la justicia, e instaura la posibilidad de que los más fuertes puedan devorar a los más débiles bajo el lema de la libertad de mercado.
Por un mundo mejor
Urge leer entre líneas en los resquicios que deja el sistema; hacerse y hacer preguntas; apostar por la confianza en los otros y lo otro; desempolvar la generosidad y manifestar la rabia frente a la indecencia; evitar sucumbir al engaño de la publicidad que invita a la felicidad hueca; ponerse en marcha, en definitiva, sumándose a esa caravana de hombres y mujeres que a lo largo de historia han mirado de frente a la vida y siguen buscando entre ensayos y equívocos un mundo mejor.
Pensamos que éstas y otras actitudes y actuaciones pueden ser la virtualidad y el camino que nos salve a todos.
La doctrina del Shock, Naomi Klein

La escritora canadiense presenta su nuevo libro, La doctrina del Shock, para explicar cómo las políticas neoliberales más agresivas aprovechan momentos de crisis como el 11-S, el tsunami en el sudeste asiático y la guerra de Irak.Xosé Ramil / Ekoos.org (02/11/2007)“Cuando perdemos nuestra historia, somos más vulnerables. Con el shock del 11-S, sentí que habíamos perdido la confianza en nuestra historia, en nuestro relato, y sabía que la clase política se iba a aprovechar de ello”. Así comenzaba Naomi Klein, la escritora y periodista canadiense conocida principalmente por su libro No Logo, la presentación de su última obra, La doctrina del Shock, en un acto organizado por la organización Attac en la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid el pasado lunes, 29 de octubre. En un aforo completo y con asistentes agolpados en la puerta, la reflexión de Naomi Klein se centró en la capacidad que tiene el modelo económico neoliberal más radical de implantarse en los mayores momentos de crisis -como el Tsunami en Sri Lanka, la guerra en Irak o el 11-S- tratando de destruir el mito de que es la democracia donde triunfa este modelo.
“La ironía es que a los desastres naturales siguen los desastres neoliberales” Klein recordó algo que pasó desapercibido en los medios de comunicación tras el tsunami en el Sudeste asiático. Sri Lanka estaba arrasada, con un gran número de víctimas, principalmente pescadores. “Cuatro días después, el Gobierno de ese país aprobó una ley para privatizar el agua y la electricidad. En medio de la destrucción, se atrevió a presentar una ley así”. A ello se añadieron las oportunidades para la especulación que traen estas situaciones. Meses después del tsunami, recorrió Sri Lanka y comprobó que los pescadores continuaban desplazados en el interior del país para “protegerlos”, mientras que en la costa se sucedían las grandes obras para crear nuevos centros turísticos, “algo similar a lo que también sucedió en Nueva Orleans”.
“La información es el arma principal de resistencia contra el shock”, señala en referencia a la ley de la memoria histórica en España“La ironía es que a los desastres naturales siguen los desastres neoliberales”, señalaba Klein para reflejar cómo estas situaciones son propicias para introducir políticas privatizadoras agresivas ante una sociedad que se encuentra en estado de shock y es incapaz de reaccionar. “El shock es la pérdida de nuestra narrativa, de nuestra historia. (...) Para resistir al shock, lo mejor es saber y así ser consciente de lo que nos está pasando”.Como ejemplos positivos, la periodista canadiense mencionó la reacción de la sociedad española ante los atentados del 11-M en Madrid, por mantener una memoria que tenía muy reciente. “Ahora creo estáis viviendo un debate muy difícil”, señaló en referencia a la ley de la memoria histórica que el Congreso de los Diputados aprobará esta semana. Y recordó que “la información es el arma principal de resistencia contra el shock”.Latinoamérica como laboratorio de los ShocksEl mayor ejemplo de resistencia contra el shock lo encontró Klein en Argentina. “El lema de las manifestaciones en este país eran ‘No de nuevo’, ‘No otra vez’, porque existía una memoria colectiva”. Se trataba de la memoria de los shocks que vivieron la mayoría de los países latinoamericanos: la dictadura y la implantación de modelos neoliberales en ese contexto, “promovidos por el economista Milton Friedman”.En La doctrina del Shock, la autora recuerda el papel desempeñado por este Premio Nobel de Economía en la implantación de políticas económicas agresivas en Latinoamérica, aprovechando el shock de las dictaduras sobre la población, principalmente en Chile donde el Friedman asesoró directamente a Pinochet.Esta historia reciente de Latinoamérica fue la que inspiró a Klein a redactar La doctrina del shock. “Había una conexión entre el shock a los cuerpos –la tortura-, y el shock al país –la economía neoliberal-“, señaló.
“Existe una conexión entre el shock a los cuerpos –la tortura-, y el shock a una sociedad –la economía neoliberal-“Klein llegó a Argentina atraída por las respuestas que muchos trabajadores estaban dando a la crisis económica que vivían en 2001, un país que fue capaz de expulsar a cuatro presidentes en dos semanas y de ocupar fábricas para que fuesen gestionadas por los propios trabajadores.“Las organizaciones argentinas de derechos humanos se habían centrado en cerrar los centros de tortura, pero se olvidaban de la última razón de esta tortura: la imposición de un modelo económico. Y eso es lo que ocurre ahora en Irak”. Para Klein, esa memoria colectiva necesaria para afrontar los momentos de shock se recuperó durante la crisis económica. “Y fue esa memoria la que le proporcionó al pueblo argentino la resistencia al shock frente al capitalismo del desastre”.
Estrategias de la manipulación

El elemento primordial del control social, es la estrategia de la distracción consistente en desviar la atención del público de los problemas importantes y de las mutaciones decididas por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones y de informaciones insignificantes.La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al publico de interesarse a conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y de la cybernética."Mantener la atención del publico distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener el publico ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja con los otros animales." (cita del texto "Armas silenciosas para guerras tranquilas")
6. Utilizar el aspecto emocional más que a la reflexión
8. Promover al público a complacerse en la mediocridad